Durante cinco años, Laura Silleras ha recorrido las calles de su vecindario para construir una propuesta fotográfica que transciende lo visual y nos ofrece una nueva forma de aproximarnos a la realidad de un barrio que está en el centro del debate público y es fruto de tensiones urbanísticas, políticas y sociales. Inspirándose en una cita de La historia interminable, de Michael Ende, la serie se propone como un recorrido por el Cabanyal en el que la idea del tiempo juega un papel fundamental.
“- Quisiera que siempre fuera así-dijo él. -Siempre es sólo un momento-respondió ella.”
Hagamos una cosa. Observe detenidamente el mundo que le rodea e intente memorizar cada uno de los detalles de su vecindario, de la casa donde vive y de los objetos que en ellos se sitúan. Ahora desaparezca durante una temporada, váyase a vivir a otro lugar, búsquese un trabajo en el extranjero o viaje simplemente por placer. Pasado un tiempo prudencial (un mínimo de 10 años) vuelva al lugar de donde salió y pruebe a reconocer las cosas; verá que todo es distinto, que nada tiene que ver con lo que memorizó en su día, debido a dos causas. La primera es que nuestra memoria es traicionera y sus recuerdos son visiones fragmentadas que con el paso del tiempo pierden consistencia, se despellejan y desvanecen. La segunda es que ha llegado a un lugar diferente del universo; sí, aunque le resulte paradójico, ese no es el vecindario del que salió, simplemente es otro lugar. No es una sensación nueva, nuestros antepasados del Paleolítico ya la experimentaban cuando volvían a un lugar que habían dejado hacía tiempo, pero es desde hace solo un siglo que los científicos saben que regresando no volvemos. Fíjese usted, el espacio que ocupaba su cuerpo hace unos instantes, cuando leyó las palabras “fíjese usted”, estará muy lejos del que ocupará cuando termine de leer este párrafo al llegar al punto y aparte.
Observe los siguientes datos: la Tierra gira sobre sí misma a una velocidad de 600 km/h, por lo que usted se encuentra aproximadamente a 600 km de distancia de donde estaba hace una hora; me podrá decir que mañana se encontrará en el mismo lugar, pero tenga en cuenta que la Tierra gira alrededor del Sol a una velocidad de 107227 km/h, por lo que usted se encuentra a aproximadamente 107227 km de donde se encontraba hace una hora; me podrá decir que dentro de un año se encontrará en el mismo lugar, pero tenga en cuenta que el Sol gira alrededor del centro de nuestra galaxia a una velocidad de 792000 km/h, por lo que usted se encuentra aproximadamente a 792000 km de donde se encontraba hace una hora; me podrá decir que dentro de 250 millones de años se encontrará en el mismo lugar, pero, y para ir terminando ya con esta sandez, tenga en cuenta tres cosas: que no hemos calculado la combinación de estos movimientos, que nos hemos dejado otros muchos y que dentro de 250 millones de años usted ya habrá muerto y nada de esto le preocupará. Además, no sé por qué se empeña en llevar la contraria, qué testarudez, qué obsesión con permanecer. Si es por el tema de la propiedad privada, no se preocupe, a escala legal las escrituras de los terrenos siguen vigentes y podrá seguir conservando sus bienes y actuando en ellos a su antojo (siempre que no existan antojos más importantes que el suyo, claro). O, en el caso de que los terrenos no sean suyos, podrá seguir opinando de cómo estos se han de transformar o conservar para que se parezcan lo máximo a aquellos de los que salió usted un día.
Volvamos a nuestro experimento. Para comprobar que el lugar al que ha llegado es diferente hubiera sido útil haber fotografiado su vecindario antes de salir de él, pues ahora tendríamos unas imágenes más fiables que las de su recuerdo, pero olvidamos darle esta instrucción en su momento y ya no hay marcha atrás. Puede hacer ahora las fotografías, desaparecer de nuevo y pasado un tiempo prudencial (un mínimo de 10 años) volver (o creer volver) con unas imágenes ya hechas y hacer otras con las que compararlas. También puede hacer las fotos ahora y legarlas a otras personas porque éste no es un problema únicamente suyo, ya le servirán sus fotos a alguien. Habrá observado que el espacio al que ha llegado está habitado por otros seres; estos individuos dentro de unos años estarán igual de desconcertados que lo está usted ahora y a una distancia espacio-temporal desesperadamente incomprensible se preguntarán qué fue de su mundo. ¿Será ese desfase de millones de kilómetros lo que los humanos llamamos nostalgia?
Iván del Rey de la Torre
Biografía:
Laura Silleras (Valencia, 1979) comenzó con la fotografía como autodidacta hace más de diez años. Mientras cursaba Comunicación Audiovisual en la Universitat de València, realizaba sus proyectos fotográficos combinándolos con los estudios. En 2007 marchó a Berlín y después a México, con el objetivo de desarrollar su mirada fotográfica y aproximarla a la fotografía documental. En 2011 se mudó a Nueva York y trabajó de asistente de Natan Dvir e Irina Rozowsky en el International Center of Photography (ICP).
En 2013 se trasladó a Valencia para elaborar un proyecto documental sobre el barrio del Cabanyal, en el cual vivió durante su infancia. Ha recibido becas para atender en workshops con Mary Ellen Mark (Instituto Fotográfico Manuel Álvarez Bravo en Oaxaca, Méjico, 2009 y en Nueva York en el 2011).
Sus trabajos han merecido reseñas en revistas como Ojos Rojos, El Replicante, Fotografía Magazine, Vice Magazine Photo Issue, Ojo de Pez, Cien Ojos y la CNN-World foto blog. Asimismo, recibió una mención de honor en el primer Photo Meeting OCEMEX (Ciudad de México, 2011), representó la segunda edición del Photo Meeting Ojo de Pez (Barcelona, 2012), fue seleccionada en la sección Portfolio del festival internacional de fotografía Paraty em Foco (Brasil, 2013), y fue finalista en la 20ª edición del FotoPress de La Caixa (2015). En el 2016 obtuvo la beca Roberto Villagraz en EFTI para realizar el Master de Fotografía Contemporánea. En el año 2018 le fue concedida la beca Fragments, mediante la cual publicará su primer libro junto con una exposición en el museo del MuVIM de Valencia en marzo del 2019.